En el campo de la contabilidad, se habla de un activo para denominar a todos aquellos recursos (bienes y servicios) que la empresa ha adquirido en el pasado y que le permiten generar valor a futuro. El activo es, en pocas palabras, todo aquello que la empresa posee. Es una definición muy amplia pues incluye tanto bienes inmuebles (como las oficinas), así como la maquinaria, los vehículos, los sistemas informáticos, o incluso los derechos de cobro de determinadas inversiones, de los que se espera tener beneficios en un determinado plazo.
¿Cómo se clasifican los activos?
Los activos se suelen clasificar según se trate de activos corrientes y no corrientes. Lo que marca esta distinción es su vida útil. Así, mientras que los inventarios suelen hacerse efectivos en un plazo inferior a un año y son activos corrientes o circulantes, otros activos como las maquinarias o los edificios son activos no corrientes o fijos, ya que son bienes que siguen formando parte de la empresa por lo menos por un año.
Lo contrario del activo es el pasivo, que es lo que la empresa debe. El activo de una empresa se calcula como la suma del pasivo más su patrimonio neto.
¿En qué consiste la liquidez?
Un concepto relacionado con el de activo es el de liquidez, que significa la capacidad que se tiene de disponer de efectivo en un momento determinado para cumplir con las obligaciones. Un activo tendrá mayor grado de liquidez cuanto más rápido estemos en condiciones de cambiarlo por otro. En ese sentido, la mayor liquidez la tiene el dinero, mientras que otros componentes como la maquinaria o los inmuebles, son más difíciles de poner en circulación.
Para aprender más acerca de la adquisición, mantenimiento, uso y sustitución de activos, lo invitamos a participar en el siguiente curso:
Presencial:
Curso Administración de Activos
OnLine:
Curso OnLine Administración de Activos