Una persona que tiene autoridad sobre otras se convierte en su jefe, pero ello no garantiza que posea una verdadera aptitud de liderazgo. Sin necesariamente caer en la dicotomía rígida de que el jefe impone y el líder da el ejemplo, o que el jefe manda y el líder inspira, ¿qué diferencia a los jefes y a los líderes?
Ser parte del equipo
El jefe suele percibirse como una autoridad por sobre encima de sus subordinados. El líder, en cambio, es uno más del equipo. Si bien su función es importante, aquel con capacidad de liderazgo reconoce –y sabe transmitirles a los demás- que cada miembro del equipo es una pieza clave y que puede fortalecer a todo el grupo con sus habilidades. En lugar de mandar, el líder se pone al servicio de los demás. Y si pide algo, es el primero en predicar con el ejemplo.
Capacidad de planificación
El jefe vive en el momento, el líder piensa en el largo plazo. Cuando el jefe da órdenes y sus subordinados tienen que cumplirlas sin chistar, el líder comparte una planificación cuidadosa por objetivos, es flexible a modificaciones y sugerencias, y tiene una idea clara de cada proyecto hacia adelante. Por eso, quien trabaja para un líder siente que su contribución es significativa.
Inspirar confianza
Donde el jefe ve un subordinado, el líder ve una persona, con sus opiniones, flaquezas, fortalezas, intereses personales, etc. Quienes tienen capacidad de liderazgo valoran a los miembros de su equipo, se toman el trabajo de conocerlos y entablar con ellos vínculos de confianza. El líder no busca que los equipos trabajen en una atmósfera de miedo sino al contrario, que se sientan cómodos realizando sus tareas porque sabe que así todos rinden mejor.
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