Dirección de Capital Humano: Ejecución

  

 

Cerrar una venta, ganar un concurso, entregar un producto, entregar un servicio, cobrar una cuenta, arrancar una máquina que transforma una materia prima, componer una máquina descompuesta, corregir un defecto de un producto, embellecer un producto semi-terminado, convencer a un operador de que se concentre y destrabe la línea de producción, resolver un cuello de botella, evitar que llegue producto defectuoso al cliente, ahorrar energía y costo aumentando la producción, cumplir con la cuota de producción establecida, ofrecerle una solución al cliente, darle una experiencia grata, resolverle un problema técnico, superar el presupuesto, etc.
 
Todos los módulos previos a la ejecución en el modelo (Estrategia, Valores, Organización, Staffing) se concretan en una buena ejecución. Planear mucho encuentra una razón de ser cuando con ello, se realiza mejor la ejecución. Mucha planeación para una ejecución maestra, es decir, con excelencia, en calidad, en costo, en tiempo de respuesta.
Con la ejecución viene la transformación humana. El desarrollo humano en el trabajo.
 
Con la ejecución viene la transformación material; la trascendencia del ser humano al plasmar en un objeto su trabajo puesto al servicio de los demás.
 
Transformar algo potencial en algo tangible, en algo real. Es un acto creativo que involucra mente, cuerpo y alma. Si no existe armonía entre ellos, algo no saldrá bien.
 
Cuando existe un objetivo final que inspira, un proceso eficiente, un talento, un oficio que enaltece, un contacto con el usuario final, se puede alinear la emocionalidad del que ejecuta con la emocionalidad del que recibe el beneficio.
 
En el comercio antiguo, esta emocionalidad se establecía cuando de una región lejana “A” se traía un producto a otra región “B”. Los habitantes de la región "B", que ni siquiera conocían ese producto, se sorprendía gratamente e intercambiaban cosas útiles que a su vez enriquecían a la región original “A”. El que ejecutaba el intercambio, al servir de este modo a los demás, se beneficiaba también no solo en lo económico, sino en el conocimiento (mente), en la fortaleza para aguantar físicamente el proceso (cuerpo) y en la satisfacción y la nueva conciencia adquirida con la vivencia (espíritu).
 
Después de una buena ejecución la consecuencia es la aceptación de uno mismo, la aceptación del cliente, la recomendación y de allí el crecimiento. Los siguientes módulos Gobernancia, Equipos humanos de alto rendimiento y Actualización, se justifican cuando hay éxito en la ejecución.
La emocionalidad de las personas que trabajan depende en gran medida, de lo que sienten al ejecutar. Si hacemos una buena ejecución nuestra emocionalidad se torna positiva. Por el contrario, si realizamos una deficiente ejecución nuestra emocionalidad se vuelve negativa, buscamos culpables, enturbiamos el clima laboral.
 
No hay mejor premio que una buena ejecución, una ejecución fructífera.
 
Los hospitales, por ejemplo, que ayudan a los demás en situaciones difíciles de salud, han probado ser de las empresas con mayor arraigo de su personal. Esto quiere decir que la emocionalidad se nutre de los niveles superiores de conciencia, donde los atractores universales son altos, la satisfacción personal lo es también. La persona, entonces, crece en energía.
 
Y a la inversa, al trabajar en lugares donde se roba a los demás, se prostituye, se hace fraude o se lesiona la salud de los demás, la energía personal se debilita y la motivación por vivir se disminuye. 
 
Por lo general, en las universidades generalmente no se aprende la ejecución. Se aprende la teoría y ciertamente ésta nos acerca a una buena ejecución, siempre y cuando esta validada por la práctica.
 
La ejecución se da en cuatro grados:
 
Grado 1: Aprendiz. Requiere de gran supervisión.
 
Grado 2: Operador. Ejecuta solo, Se le supervisa resultados finales.
 
Grado 3: Técnico. Opera en forma autónoma, resuelve desde el inicio hasta su ensamble con el siguiente eslabón en la cadena productiva.
 
Grado 4: Maestro. Es capaz de enseñar a otros a hacerlo con maestría.
 
La ejecución requiere de conocimientos, pero también, y sobre todo, habilidades, talentos y hábitos.
 
De la ejecución nace el oficio. Ser profesionista es haber terminado 5 años de estudios después de Preparatoria; Ser profesional es desempeñar una actividad con maestría, con excelencia, con experiencia probada en la práctica.
 
Bajo el punto de vista de Capital Humano, el desempeño en el puesto, en la profesión, en el sector, en el oficio, es la cualidad por excelencia.
 
Es el multiplicador natural porque nos lleva a lograr la aceptación de nosotros mismos y de los demás, la aceptación de los demás, nos permite sentirnos útiles y dispara la motivación por crecer, por ascender, por hacer más, por vivir más. 
 
El desempeño se mide de manera dinámica pues aún cuando según la teoría de un buen perfil bien delimitado deriva un buen desempeño, en la práctica "hasta el mejor torero puede tener una mala tarde”.
 
De este modo, el buen perfil debe validarse en la práctica con buenos desempeños.
 
También puede suceder que un mal perfil dé como resultado un buen desempeño, y en estos casos, donde la excepción confirma la regla, deben estudiarse los porqués ya que si el desempeño es consistente hay que revisar el perfil o considerarlo como una excepción afortunada que debe propiciarse.
 
Un mal desempeño, sin embargo, generalmente corresponde a un perfil inadecuado, y en estos casos lo recomendable es cambiar a la persona al lugar adecuado. En pocos casos, sólo en aquellos en que la meta sea templar a la persona, se puede insistir en entrenamiento y adiestramiento para corregir el mal desempeño.
 
En la mayoría de los casos, insisto, conviene entrenar y adiestrar a alguien con el perfil adecuado, pues ello se traduce en mayor productividad y mayor felicidad para la persona.
 
El parámetro ideal de la ejecución es el desempeño, pues objetiviza, despeja dudas, muestra tendencias realistas, templa las teorías, enseña la cruda realidad de la vida y es la base de un auténtico desarrollo.
 
La noble labor de enseñar y ayudar a otros para lograr una mejor ejecución, un mejor desempeño, es trabajo superior, porque involucra tanto lo intelectual, como lo emocional: el corazón, la vocación, el sentimiento, la compaginación, la coordinación exacta, la precisión, la integridad, el llamado “inner game”, el juego y la destreza que viene de adentro.
 
Cuando la emocionalidad está en consonancia con el qué hacer, es decir, cuando la intención está en coordinación perfecta con la forma, con la respuesta corporal, existe fluidez y se está cerca de Dios, ya sea en una labor sencilla (poniendo ladrillos perfectos para una catedral), o en una labor compleja (haciendo cirugía de corazón, o piloteando un artefacto en la luna, o ejecutando una pieza de arte).
 
Las lecciones aprendidas observando la ejecución son superiores para construir capital humano. Solo existen causas y sincronía, no hay víctimas ni culpables.
 
Por el otro lado, cuidado con quien no está en contacto con la realidad, con lo que piensan y exigen sus clientes. Si lo que piensa no se puede comprobar de alguna manera racional, entonces su ego es capaz de manipular en la mente los dictados de la realidad y por tanto las decisiones y la comunicación con los demás se vuelven inciertas. En estos casos es común que las fallas reales conducen a culpables, política, especulación, supuestos equivocados, complots, juicios a los demás sobre bases falsas. En estos casos se adolece de pensamiento analítico, que es el que conduce los pensamientos en base a un discernimiento racional de causas y efectos. Un grupo o un pueblo educado en este tipo de pensamiento analítico es más difícil de manipular.
 
Fuente: Libro “Dirección de Capital Humano”, escrito por Jorge Farías Arizpe. 
 

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